Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en agosto de 1945, Japón comenzó a adoptar medidas encaminadas a transformar el país en una nación democrática. La Constitución de Japón, que entró en vigor en 1947, se basa en tres principios: la soberanía popular, el respeto a los derechos humanos fundamentales y el rechazo a la guerra.
La Contitución también establece la independencia de los tres poderes: El legeslativo, el ejecutivo y el judicial.
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